UNA VIDA DEDICADA A TACNA: DE DON LUIS CAVAGNARO ORELLANA
Ha escrito más de una decena de libros sobre
Tacna, pero sabe que aún le falta escribir muchos más. Vive corriendo contra el
tiempo, contra los taxistas y los semáforos. Sabe que cada minuto cuenta y que
tiene más de 500 hojas escritas -y otras miles por escribir-que necesita
publicar. Sabe que no se puede quedar con esa información, que es necesario
dejar los materiales para la historia de Tacna completos.
Don Lucho no se guarda nada, no es mezquino
con lo que tiene, sabe que todo lo que ha recolectado le pertenece a Tacna y
que él, es solo el guardián de turno, uno celoso acaso. Muestra con orgullo la
fotografía original de la procesión de la bandera de 1901, la guarda entre
otras 3500 fotos que tiene pendiente de salvaguardar. Sabe que un día deberá abandonarlas, pero odia
pensar en ese día. Sabe que solo él conoce el orden de su desorden, que solo él
conoce la parte de la historia de Tacna contenida en ese atado de cuadernos y
hojas sueltas que él ha clasificado minuciosamente, sabe que su biblioteca y
fotografías han desbordado sus anaqueles, pero no su cordura. Sabe cómo
hallarlos y en qué libro y tomo los deberá incorporar; cada apunte tiene su
lugar y solo él conoce los detalles.
Odia hablar de política, prefiere creer que
el mundo sigue avanzando, que no se ha detenido. No creo en aquellos que dicen
que el Perú no ha avanzado, está convencido de lo contrario. Al final no
importa, don Luis no revisa las redes, no "googlea", ni actualiza su perfil de
Facebook, todo lo que necesita está en la gran enciclopedia Espasa que
muestra con orgullo y que adquirió a un costo razonable a la viuda de su ultimo
guardián. “En las redes no está la información que yo necesito, está en los
libros, en los archivos regionales, en los viejos tomos de propiedad, en los
periódicos”, afirma.
Dice que no presta atención a sus
detractores, que no sabe qué es lo que dicen, que no tiene tiempo para eso.
Alguna vez le cuentan que alguien hablo mal de él y simplemente prefiere
olvidarlo. No hay tiempo para odiar.
Fue director del Archivo Regional de Tacna
por más de 15 años, profesor universitario, maestro reconocido con palmas
magisteriales, actor, director de teatro, compositor, investigador, decano,
pero nunca político. Incluso cuando más cerca estuvo de la política decidió
rechazarlo. Prefirió seguir cultivando amigos, que a los enemigos que conlleva
la política.
Disfruta de la vida, como de la sobremesa.
Atrás quedaron los días del vino tinto y la buena carne a la parrilla. Hoy
disfruta discretamente de un buen Martini, de los amigos y de encontrar a
quienes hablan su mismo idioma, que no es otro que la historia.
Su vida ha sido completamente una
fascinación, pues la vivió haciendo lo que más le gusta. Nunca trabajó, porque
nunca sintió que sea un trabajo lo que hace. Hoy, a pesar de pasar el mayor
tiempo de sus días en casa, sigue haciendo lo que le gusta: escribir la
historia de Tacna.
Juan Carlos Cuya Velarde
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