AL MAESTRO CON CARIÑO: PROFESOR NATALIO MAMANI
De figura sutil, cabellos ralos, ojos grandes, estatura mediana, trato amable y con una sonrisa inquebrantable, es la forma en que recuerdo a mi maestro de primaria Natalio Mamani, o el “profe” Natalio, como simplemente lo llamábamos sus alumnos del Colegio Gregorio Albarracín.
El “profe” Natalio llegó al colegio haya por los años 90, y no solo se
convirtió en el profesor de diversas generaciones de alumnos, sino en un gran
amigo y en esa figura agradable que todo alumno busca en sus maestros. Y es que
era casi imposible no ver a nuestro profe siempre sonriendo, siempre dando algún
comentario alentador a sus alumnos o riéndose de las travesuras de sus pupilos.
Los mismos que, por provenir de un colegio de hombres, no solo se divertían
escuchando sus anécdotas, sino tambien, se entretenían poniéndole algunos apodos,
sobre todo por su escasa cabellera. El “profe”, que procuraba peinar siempre
sus cabellos de un costado hacia el otro lado de su frente, sonreía siempre con
las bromas de sus alumnos, pues en el fondo, nunca nadie busco faltarle al
respeto, sino solo, sonreír con nuestro maestro.
El profesor Natalio supo siempre
ganarse el cariño de sus alumnos, pues acostumbraba no solo recordar el nombre
de cada uno de nosotros, sino, interesarse por sus historias de vida y
participar en ellas a través de algún consejo o de simplemente una palabra de
apoyo. Lo recuerdo asi a mi profesor de sociales.
Alguna vez me comentó que disfrutaba del futbol y no solo de verlo, sino de
jugarlo. Me era siempre imposible imaginarlo vestido de corto; sin embargo, la
última vez que pude verlo se reafirmó en ello.
Los alumnos abandonamos las aulas y mi “profe” Natalio se quedó en ellas
recibiendo a las siguientes promociones. Luego la vida me cruzó en su camino
algunas veces y nunca deje de recibir su cariño y palabras: “Cuya -me decía,-
¿cómo esta tu hermano, tu mamá? ¿Qué haz hecho de tu vida? ¿Qué es de la vida
de Espinoza, Soto, Chesa? Asi era mi “profe”, podíamos haber salido ya muchos
años del colegio y el seguía acordándose de nosotros. Preguntando por sus
alumnos, sintiéndose orgulloso por sus logros.
Lamentablemente los años no pasan en vano y mi “profe” fue cediendo ante el
paso del tiempo. Aquel vivió siempre una vida modesta, esa que el sueldo de un
profesor de colegio nacional le permitió vivir. Aquel insuficiente estipendio de
maestro quizás no le consintió vivir una mejor vida, en la que las
preocupaciones del dinero o las obligaciones del mundo no lo embargaran
constantemente. Recuerdo haberlo encontrado en algunas otras ocasiones,
llenándome siempre de las mismas preguntas, pero tambien contándome una parte
de su vida. Era difícil no comprender que, tras su constante sonrisa, había,
tambien, un hombre enfrentando la vida de la mejor posible manera.
Mi “profe” Natalio no dejó grabado su nombre en un monumento de bronce, pero
lo dejo en un mejor lugar, en el corazón de cientos de sus alumnos que lo
recordamos con cariño. El 24 de febrero del 2023, nuestro querido profesor
trascendió al más allá y a pesar de que su muerte, rodeada del silencio, no
permitió que muchos de nosotros pudiéramos acompañarlo a su última morada, sabe
Dios que muchos lamentamos su partida. La vida, sin embargo, nos permitió
encontrarnos una última vez con él en la navidad del 2022. Ahí en la puerta de
su domicilio, luego de indagar por ella, nuestro querido profesor nos recibió,
con su típica camisa manga corta y su pantalón de jean. Ahí nos abrazó y sonrío
al ver que no nos habíamos olvidado de él. Nos volvió a contar sus anécdotas, a
preguntar por sus alumnos y a reír inclinando su cuerpo hacia atrás. Asi lo
recordare siempre mi querido maestro. Que Dios lo tenga en su gloria y recuerde
que ¡un albarracino no se rinde jamás! ¡A mi maestro con cariño!
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