¿Dónde está la paradoja?
(Artículo publicado el 13/04/2021 en el diario "Sin Fronteras" edición Tacna)
Hace poco menos de un año formamos, con un reducido grupo de tacneño, la Asociación de Estudios Históricos de Tacna. Lo hicimos pensando en contribuir al desarrollo de sus ciudadanos y promover nuestra historia y bajo la óptica de mostrar a nuestros coterráneos una historia diferente a la implantada entre nuestras calles y habitantes.
La idea de
formar la asociación marchó a partir de entender que en nuestra ciudad no
existen instituciones públicas o privadas destinadas a promover la cultura e
investigación de nuestra historia local. Nació,
entonces, bajo la razón de que tras 200 años de independencia la ciudad
pasó a ser solo la vasija continente de solo beneméritas sociedades cuyos
miembros poco o nada hacen por el desarrollo de la ciudad y sus habitantes, por
la preservación de sus monumentos (basta con ver lo que se hace con el
monumento de Francisco Antonio de Zela o lo calamitoso del estado actual del
museo de sitio del Alto de la Alianza, entre otros), por la investigación y por
la juventud (¿Qué concursos promueven?, ¿Qué talentos descubren?
Aparecen rimbombantes
en los días de fiesta y luego se van diluyendo en un aletargado sueño hasta el
año siguiente en el que volverán a desempolvar los estandartes e inflarán el
pecho en las paseos y desfiles de Tacna. Después de ello, solo dormirán bajo la
gloria de la historia que heredaron y que han arrebatado del pueblo para hacer
de sus instituciones un exclusivo club de amigos.
El trabajo que
deberían hacer estas instituciones, fue suplido de alguna manera por los
intelectuales de Tacna, quienes de alguna forma han mantenido el fuego de la
patria entre nosotros. Pero los años no pasan en vano y las tertulias o
acciones que promovían en antaño, han dejado de ser frecuentes, de ser
permanentes, de ser colectivas. Ahora, como es natural, se resguardan bajo el
umbral de sus puertas, sin la pieza de recambio suficiente. Lo hacen cada uno a
su estilo y bajo el cristal de sus principios y valores. Algunos pocos procuran
seguir construyendo para los que vienen, otros rememoran las historias sin
querer encontrar nada nuevo bajo la alfombra, otros van regando odio hacia enemigos
que ya no existen y otro tanto simplemente prefieren ir derrumbando cualquier
idea que contradiga sus añejas ficciones. Sin embargo, y a pesar de los colores
que puedan pintar su trabajo, hicieron algo por Tacna y es loable reconocerlo.
Algunos quedarán por siempre en nuestras páginas y otros se irán disipando con
el tiempo.
Lo cierto es que
Tacna ya no es la ciudad pequeña, por lo menos no la de aproximadamente diez
mil habitantes que enfrentó al destino. Hoy somos una ciudad de más de
trescientos mil habitantes, una en la que el esfuerzo aislado de nuestros
intelectuales no alcanza para promover, difundir y despertar el interés de nuestra
historia entre su gente.
Promover y
difundir nuestra historia no es tarea fácil para nadie, más aún en Tacna, que,
como me mencionó alguna vez el cronista de Tacna, “no es solo un desierto de agua,
sino de cultura”. Se necesita del esfuerzo de todos y eso incluye al Estado y
los privados. La Escuela de Historia de Tacna aún no se ha proyectado a la
sociedad de la forma en que debería hacerlo, es quizás su aún infante formación
la que se lo impide, o quizás simplemente es el ostracismo de quienes la
dirigen. Lo cierto es que hacer algo por el desarrollo de nuestros habitantes
no es fácil, y es incluso hasta paradójico.
¿Dónde está la
paradoja? Lo está en los resultados de nuestra asociación. Llevamos casi un año
tratando de promover y difundir nuestra historia a la población tacneña. Lo
hacemos a través de las redes sociales de manera periódica y casi
ininterrumpida. Pero a pesar del esfuerzo que hacemos el resultado es realmente
inentendible y hasta tragicómico, pues lejos de lograr que los tacneños
conozcan su historia y la promuevan, el verdadero impacto a estado fuera de
nuestra extensión.
Solo para poner
dos ejemplos: El primero, luego de convocar a los ciudadanos de Tacna y el
mundo a unirse a la asociación, recibimos la solicitud de ingreso de un
tacneño, tres ciudadanos chilenos y un ciudadano boliviano. El segundo, 7 de
cada 10 personas que ven nuestras transmisiones son chilenos.
Los tacneños no
están buscando aprender, sino al parecer todo lo contrario. ¡Qué paradoja!
Juan Carlos Cuya Velarde
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