LOS SECRETOS ESCONDIDOS DEL CEMENTERIO DE TACNA
En el lugar más humilde y
alejado del Cementerio General de Tacna, resguardada por un mar de cruces
navegantes de la tierra y preservada por las almas del pueblo de Tacna, yace la
tumba de una pequeña niña, de una santa popular. Coronas
de papel y tela la rodean y el vaho de velas encendidas inunda su última
morada, una capilla que su madre erigiera en recuerdo de quien en vida fue su
dulce abrigo: María Hernández.
María Hernández es el nombre que reza en su
lápida. Cuentan que la pequeña gruta es el lugar de descanso de una niña que a
la edad de cuatro años, en épocas de la ocupación chilena, salió de su casa
hacia las charas y regadíos que aun predominaban en la ciudad, quizás escapando
ante la distracción de sus padres sin imaginar que, tras aquella travesura, la
pequeña María nunca correría hacia los brazos de su madre. Su vida se cegó en
un instante en trágico final. Se dice, pues no existen o por lo menos no
conocemos fuentes directas de aquel hecho, que fue vejada por algunos soldados chilenos
que no solo la privaron de su inocencia, sino que le arrancaron el alma.
Escuche decir entre los fieles que solían
visitar su capilla que tras el ultraje de la niña la población entera sintió
gran consternación, de forma que su tragedia se fue situando en las tradiciones
orales de la ciudad.
Desde entonces su historia trascendió y
tras el execrable crimen se comenzó a crear una historia milagrosa, una que convirtió
a su tumba en un lugar de visita y oración, y a la niña en una santa popular.
Su historia puede ser -quizás para algunos-tan
solo un mito o leyenda popular, pero lo cierto es que es su tumba es la más
visitada del cementerio, la que por décadas recibe a cientos de fieles que
llegan hasta su tumba a pedir un milagrito, por ello ante ella es usual
encontrar a un fiel implorando por un milagro o a un yatiri (curandero o chaman para los aimaras) haciendo de
intermediario entre la santa y los fieles. Debo confesar que en mi juventud le
pedí a la santita su intervención. A ella, gracias por los favores concedidos.
Son los secretos del cementerio los que
siempre me llamaron la atención, pues entre sus cuarteles y pabellones se esconden
miles de historias, como las del condenado, que deberemos contar en su momento
y que debe al gran candado que cierra la entrada de su puerta gran parte del
mito que rodea su tumba y que llama la curiosidad de los visitantes.
Se dice también, dado que lamentablemente
no existen registros de la época, que en nuestro cementerio general se
inhumaron los restos de la vampira que se hiciera famosa en los noventa, Sara
Helen. Lo cierto es que cuentan que sus restos fueron rechazos por la población
de Tacna, de forma que finalmente terminaron llenando de fama al cementerio de
la ciudad de Pisco.
Sobre nuestro cementerio se tejen muchas
historias, algunas vinculadas a la historia y otras a los fenómenos paranormales,
sobre estos últimos escribiría don Fortunato Zora Carvajal en su crónica titulada:
“El hombre que dormía en los cementerios”. Los restos del historiador reposan
hoy en el cementerio general de Tacna y dan la bienvenida a los visitantes al
lugar, presagiando que en él terminan-naturalmente, todas las historias.
Hoy las puertas de nuestro cementerio
general se han vuelto a abrir al público, su ingreso es limitado. Sin embargo,
ahí esta parte de nuestra historia, la misma que testimonia entre sus tumbas
los restos de quienes fallecieron a causa de la fiebre amarilla y que nos
demuestra que a pesar de todo, supimos salir adelante.
Muchas historias que esperan ser encontradas esconde nuestro cementerio.
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