LA OTRA BATALLA (TIEMPOS DE OCUPACIÓN)
LA OTRA BATALLA
(TIEMPOS DE OCUPACIÓN)
Artículo publicado el 18 de agosto del 2020 en el "Diario sin Fronteras".
Concluida la batalla del “Alto
de la Alianza” del 26 de mayo de 1880, el pueblo de Tacna inició lo que
constituiría la más larga de sus luchas en la historia del Perú republicano: La
batalla por retornar al seno patrio.
Luchar por su libertad no es insólito para
el pueblo de Tacna, podría incluso esgrimirse la tesis de que se encuentra
acostumbrada a combatir. Así lo afirmarían los ilustres tacneños don Jorge
Basadre Grohmann y don José Jiménez
Borja en su libro titulado “El alma de Tacna”: “Tacna tiene una tradición libertaria que no comienza ni ha de acabarse
con el cautiverio actual”.
Aquella heroicidad se prolongó en el tiempo
exactamente a 49 años, 3 meses y un día. Es por ello que algunos prefieren
señalar que aquello fue un heroísmo de casi medio siglo. En este punto es
necesario corregir el grave error cometido por las autoridades de la
Municipalidad Provincial de Tacna, que afirmaron en su programa oficial -por la
conmemoración del nonagésimo primer aniversario del retorno a la heredad
nacional- que tal ocupación fue por más de 50 años. Aquello, como hemos visto,
es inexacto y constituye un error que
esperemos sea prontamente corregido.
El enemigo tras vencer en el campo, dirige sus
fuerzas sobre la ciudad, la cañonea y
saquea. Una vez tomada la ciudad empieza la ocupación, y desde ese día
el Estado Chileno no hace otra cosa que
tratar de conquistarla, de permanecer en ella para siempre.
Los hechos y acontecimientos ocurridos durante
aquel periodo han sido grabados en la memoria de los tacneños, sus historias
transmitidas de generación en generación ocupan parte de la historia de Tacna y
los libros hablan sobre ella, aunque no lo suficiente.
El estado chileno procuró originalmente
conquistar a la población de Tacna de manera pacífica, pero al advertir que con
aquella estratagema nada podría lograr, apeló a su máximo lema: “Por la razón o
la fuerza”.
Y la fuerza llegó de la peor manera. No
solo lo hizo de manera colectiva al clausurar las escuelas peruanas, expulsar a
los sacerdotes o destruir las imprentas sino que, además, lo concibió apoderándose del sistema de
justicia, a través del que convirtió al agresor en víctima y a la víctima en
agresor, como puede verse en el caso de
Williamsom Albarracín, que conforme lo señala la revista “Justicia”, fue
condenado por el Juez Anguita “a tres
años y un día de presidio tras la queja de dos de los agresores, heridos en el
ataque, que acusan a Albarracín, que estaba solo, de haber sido el provocador”.
No solo los maestros, curas y periodistas
fueron atacados, sino también los más pequeños. El semanario “Justicia”, en su
sección Garantías, señala: “Con el
pretexto de la Ley de enseñanza obligatoria, la policía de Tacna ha comenzado a
hostilizar a los vendedores de periódicos peruanos. Los niños peruanos
Celestino Vargas y Ricardo Díaz fueron apresados el 8 de junio [1926].”
A propósito de la
labor de vender periódicos, cabe señalar que fue una de las más riesgosos
oficios de Tacna, sino basta con detenerse a revisar los siguientes hechos: “El
21 de mayo [1926] el vendedor de la “voz del Sur” Jorge Arce, fue asaltado en
la calle San Martin, a las 11 de la mañana.”; algunos días después “El 9 de
junio, a las 11 y ½ de la mañana, fue apuñalado, frente a la puerta del diario
“El Pacifico”, el vendedor de la “Voz del Sur” don Jorge Paulino Arce.”; “el 15
de mayo nuestros compatriotas Elesbán Velásquez y Raúl Laura fueron impedidos,
violentamente de seguir vendiendo nuestro semanario Justicia, en la calle 2 de
mayo, por moradores de la casa N° 230 y por un grupo de chilenos estacionados
en la esquina próxima a la casa, que los apedreo.” (Justicia, 1926).
Es indudable que
la determinación del pueblo tacneño es digna de admirar por donde se vea. Incluso
los actos que pudieran obscurecerla no lo hacen, pues el sol no se tapa con un
dedo. El patriotismo y heroísmo
demostrado es simplemente irreprochable.
Hoy solo hemos compartido un granito de arena de aquella extensa costa de
nuestra historia. ¡No se rindan, venceremos!
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