140 años de Vacaciones


Winston Churchill solía decir que la “historia la escriben los ganadores (…), y los historiadores, supongo”; con aquella frase Churchill no solo completaba y reivindicaba el papel de los historiadores en el mundo, sino que le daba a los historiadores el rol que realmente deben tener: “el de no inventar” (Stendhal). Sin duda, una difícil tarea aquella. 

No inventar implica investigar, indagar, recoger, buscar, etc.; es decir, todo aquello que implique una acción por confirmar, desmentir o descubrir nuevos hechos históricos. Hay quienes creen que la verdad es única e inmutable, quienes crean sus propias verdades, quienes escuchan con un solo oído -o un solo odio- y quienes se conforman con lo poco o nada que saben. Hay también los que quieren saber pero no quieren hacer y lo que es peor, hay quienes quieren saber, pero no quieren hacer ni tampoco quieren que otros hagan. Esos, son los más peligrosos.  

Antes de escribir esta columna, un amigo me dijo: “Quiero que me cuentes la historia de la batalla del Alto de la Alianza”. Le pregunte entonces, ¿Cuál historia? ¿La de los peruanos, la de los chilenos, la de los bolivianos, la de los tacneños, la de los italianos, la de los comerciantes, la de los soldados, la de los argentinos,  la de Campero, la de Montero, la de Cáceres, la de Florencio del Marmol, la de Sara Neuhaus, la de Arturo Benavides Santos o la de la decena de actores, testigos, historiadores o participes de la guerra?  ¿Qué historia quieres que te cuente? 

¿Quieres que te cuente la historia de los soldados o de la niña rubia que fue encontrada en el campo de la alianza cuando ampliaron la planta solar? ¿la del soldado chileno que fue encontrado en Ite? ¿la de los restos que se llevan a Lima –y que no regresan- cada vez que viene un equipo de la brigada del ejército o de institutos de historia de Lima? ¿Cuál de esas historias te cuento, si yo mismo no sé qué hacen nuestras instituciones y profesionales con esas historias escondidas en alguna caja, desván o rincón de nuestros muros de concreto?

¿Quieres que te cuente por qué  no hacen nada por proteger nuestra historia, por revalorarla, por impedir el saqueo, por recuperar lo que se llevaron y yacen –muchos- en museos privados?¿Qué parte te cuento si yo mismo no se muchas de sus respuestas, y mucho menos del por qué las debo estar haciendo 140 años después? 

¿Qué puedo contarle de la Batalla? ¿Por dónde debo empezar? Debo empezar por el olvido, por el abandono, por la decidía, por la respuesta de siempre “de que no hay presupuesto”, por la mezquindad de muchos, por el loable trabajo de pocos, por los errores históricos, por las medias verdades, por los mitos, por el reproche... ¿por dónde debo empezar?   

Hace unos meses hicimos un conversatorio sobre la batalla de Arica, que es parte de nuestra historia, pues muchos tacneños ofrecieron su vida en ella, como el joven Juan José Soto Siles, y no faltó quienes se ofendieron por lo que estábamos haciendo, que no éramos historiadores, que esa no era nuestra función. Entonces ¿de quien es y qué están haciendo por ella? 

Los pocos que han hecho algo por la historia de Tacna no son historiadores y ustedes los conocen, los demás solo cuelgan su título en la pared de su casa. Es hora de que concluyan los 140 años de vacaciones y se pongan a trabajar por Tacna, es hora de que se pongan a producir y dejar de solo referenciar a otros. ¡Hay mucho por hacer por nuestra historia, aún estamos a tiempo, supongo! 

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