LAS FLORES DEL CUSCO

Artículo publicado en diario "Sin Fronteras" el 12.11.2019

“En el cusco, 122 productores - organizados en 11 redes empresariales de flores- están generando ingresos mensuales de 2,100 soles en promedio, cuando hace dos años solo generaban 400 soles. Antes nosotros estábamos cada uno por su lado, no estábamos organizados entre nosotros ni relacionados con ninguna institución, independiente nomás trabajábamos, en ramitos nomás vendíamos. Lo que yo hacía era comprar flores a los productores y luego  venderlas. Pero, pensé: si tengo tierra, tengo fuerzas, por qué no puedo producir yo misma; por eso estoy participando en este proyecto, de empresa no sabíamos nada, pero estábamos aprendiendo”
Aquella historia, que es un extracto del caso técnico elaborado por el profesor Manuel Pablo Fernandini, de quien he tenido el honor de ser su alumno, no es una historia de ficción sino, por el contrario, es la historia de una red empresarial, pero no una conformada por grandes empresas, como nuestra mente puede haber preconcebido, sino por humildes mujeres y hombres del cusco, que sembraban flores en las orillas de sus tierras, a fin de adornar con ellas sus casas y las iglesias de su zona. Su venta era también una posibilidad, pero los ingresos que generaban no constituían una verdadera forma de subsistencia.
Sin embargo, la creación de la “red empresarial de flores” les enseño que unidos podían incrementar su producción y productividad, mejorar sus ingresos, reducir sus costes de operación y fortalecer la gestión empresarial.  ¿Cuánto se puede aprender de esta experiencia? sin duda mucho, como dice mi profesor.
Desde hace algunos años, junto a mi esposa, formamos nuestra primera empresa. Lo hicimos sin tener el menor conocimiento del tema. A pesar de que yo llevaba algunos años desarrollándome en el campo tributario, hacer empresa no se parecía en nada a lo que hacía, que era  explicarle o los empresarios como debían tributar. Mantenía mucha comunicación con pequeños y grandes empresarios, pero nunca me había puesto en sus zapatos.
Nuestra empresa comenzó bien, después de todo nuestro capital era muy pequeño y nuestras expectativas de ganancias también lo eran. Trabajamos todo el día tratando de vender aunque sea un producto al día, sin importar que ello implicara llevar nosotros mismos el producto hasta el domicilio del comprador, incluso a altas horas de la noche y con nuestro bebé en brazos. Vender tan solo siquiera un producto, era para nosotros la felicidad. Lo hacíamos porque sabíamos que habíamos empezado un camino muy largo y que los pequeños pazos eran importantes.
Así, y en tan solo un año, logramos vender cada vez un poco más. Claro está que pasar de realizar una venta al día o ninguna, hacía que cualquier otro resultado sea alentador. Fuimos muy felices al comienzo, dado que no esperábamos grandes ganancias, tan solo queríamos sentirnos empresarios, adornar nuestra casa y ofrecerles un futuro a nuestros hijos. Pero al igual que en el caso de las flores, los ingresos generados no  constituían una forma de subsistencia para nosotros.
Han pasado casi cuatro años desde que tomamos a nuestra hija en brazos y emprendimos viaje para adquirir nuestra primera mercadería. Desde entonces, en la que solo éramos dos empresas en el rubro, aparecieron cerca de 40 tiendas a competir con nosotros. Muchas de ellas habían sido nuestros primeros clientes y ahora eran la razón de que vendiéramos cada vez menos.
Las ventas bajaron, pero lejos de desalentarnos nos comenzamos a preguntar qué estábamos haciendo mal, dónde nos equivocamos. Quieren saber la respuesta, nos equivocamos en todo.
Nos equivocamos porque creímos que un emprendimiento era cuestión de encontrar un producto que vender. Pensamos que así como mucha gente crecía a partir de un negocio, nosotros también lo haríamos.  Pero nada más equivocado. Emprender un negocio implica gestionar. Pero, ¿gestionar qué? Gestionar una cadena de producción, construir y consolidar la confianza no solo para con nuestros clientes, sino para con otros productores, en síntesis, en crear una red empresarial, que nos ayudara a generar mejores ingresos, reducir nuestros costos y crecer.
Hoy, no trabajamos solo en encontrar clientes sino en encontrar socios estratégicos, en crear una red empresarial que reúna a todas las emprendedoras de nuestro rubro y que nos permita crecer junto a ellas asumiendo grandes retos en lugar de pequeños retos. Las flores del cusco, se ven más hermosas cuando están todas juntas que cuando están divididas en pequeños racimos. Las emprendedoras son más fuerte cuando están juntas y no luchando entre sí.  ¿Saben cuántas de esas 40 empresas que aparecieron a competir con nosotros hoy existen? casi ninguna. ¿en qué creen que se equivocaron?  

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