EL MUNDO ES ANCHO Y AJENO


Artículo publicado en diario "Sin Fronteras" 14.01.2020

“Álvaro Amenábar, un poderoso y corrupto hacendado, quiere apropiarse de la comunidad de Rumi y de quienes la habitan. Rosendo Maqui, el alcalde de Rumi, busca los medios para evitar que esto suceda (…)” 

                                                   Ciro Alegría.

         Todos hemos escuchado alguna vez el título del libro que llevó a la cúspide al escritor peruano Ciro Alegría: “El mundo es ancho y ajeno”, publicado por primera vez en 1941 en Santiago de Chile, curiosamente y a causa del destierro del escritor peruano. Aquel libro no solo constituyó su obra maestra sino que se convirtió en la mayor muestra representativa de lo que hoy conocemos como la corriente indigenista. A decir de Mario Vargas Llosa, aquella novela se convirtió en el punto de partida de la narrativa moderna peruana. 

 La historia que entre sus hojas se construye es la historia de muchos, la historia de todos. La comunidad de Rumí se convierte en madre de una serie de personajes que demostrarán de diferente e igual manera una gran realidad: que “el mundo es ancho y ajeno”.

La historia transcurre sobre un argumento común: un hombre poderoso tratando de apoderarse de las tierras de unos comuneros. No solo quería sus tierras, quería sus manos para trabajar sus minas, sus pulmones para llevar más dinero a sus arcas; en fin, quería apoderarse de sus vidas.  Amenábar, el gamonal dueño de casi todo alrededor de la comunidad de Rumí, representa la codicia del hombre, sustentada sobre las leyes injustas, la fuerza de las armas, el poder político, la corrupción y, sobre todo, de la ausencia de la justicia. No desea otra cosa que  apoderarse de las tierras de los comuneros, y para lograrlo no tendrá problema en doblar la mano del sistema de justicia, administrativo o cualquiera que deba o tenga que ser inclinado a su favor. Algunos comuneros luchan por defender sus tierras, como Rosendo Maqui, alcalde de Rumí, y otros abandonan sus tierras, bajo el grito de sus despojadores: «Váyanse a otra parte, el mundo es ancho», 

Aquella historia, narrada magistralmente por su autor, ha vuelto a mí hace poco. Lo ha hecho mientras conducía camino a la playa. Lo ha hecho en forma de una jungla de portales, carteles, rayas y sobrerrayas trazadas sobre cada metro de nuestro litoral. Lo ha hecho a través de un mensaje, “se vende”.  Lo ha hecho con la noticia de que unos cuantos son dueños de casi todo lo que no tenía dueño. Lo ha hecho en forma de interrogantes ¿en qué momento una persona se hizo de 400 mil metros cuadrados para lotizarlos y venderlos al mejor postor?, ¿que debes hacer para adjudicarte tanto por tan poco y tan rápido? ¿Quién les dio esa facultad, ese poder?

He preguntado a algunas personas acerca de cómo aparecieron tantas empresas vendiendo lotes por cientos, la respuesta es casi siempre la misma: "No se" . Me voy con la duda de cómo es que un tan poco tiempo el litoral tacneño se llenó de dueños. 

En esta historia, la de los terrenos de Boca del Rio, hay mucho por hacer, investigar, denunciar y comprobar. Lo cierto es que -al parecer- cada vez que alguien destapa algo, otros diez se encargan de taparlo. 

Una de las lecciones de “El mundo es ancho y Ajeno” es que si bien el mundo es ancho, cada pedazo de este ya tiene dueño, o si quisiéramos decirlo de otra forma: “La Boca del rio es ancha, pero también ajena”. 



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