DIARIO DE UN SOLDADO DESCONOCIDO


He recogido algunas cartas y cuentos que escribí en mi juventud (que considero aun no lejana) y que guardé celosamente en un pequeño cuaderno como el borrador del que espero sea algún día un libro.

La historia del Perú es inapreciable, pero lo será más el día que los peruanos procuremos conocerla y reconocerla. El presente artículo trata de revelar, aunque mínimamente, lo que vivieron nuestros soldados en la campaña del sur (a la que algunos denominan el ejército profesional del Perú).
Los hechos están situados en "Pozo Almonte", que era un campamento salitrero sobre el que se aposto nuestro ejército para tomar descanso de aquel fatídico andar que significo su marcha desde Iquique hasta Arica.

Espero sea de su agrado y que a través de ella podamos conocer la historia de una manera distinta. Narrada desde la subjetividad de un soldado, emotiva por momentos y con precisiones históricas en otros.

Comparto con ustedes este primer apunte, que escribí cuando tenía 18 años y que se encuentra basado en el extraordinario libro de Modesto Molina “Hojas del Proceso”. Espero sea de su agrado.

Pozo Almonte, 8 de noviembre de 1979                                                                                             

La guerra que comenzó hace meses para el Perú, ha iniciado hoy para nosotros. Hace unos días que abandonamos Iquique, dejando en él a la guardia nacional de Iquique, comandado por el Coronel Ríos. Aquel batallón está lleno de hombres que conocen más de negocios y salitre que de guerras, pero de los cuales  aún no logro comprender el porqué de su presencia en esta lid. Entre ellos, el joven y acaudalado coronel Alfonso Ugarte, quien lejos de abandonar el país como lo hicieran otros, ha decidido tomar el fusil en defensa de la patria.  Aquello es inexplicable para muchos, sobre todo bajo este inclemente sol que nos vuelve locos por momentos.

Con la muerte del Almirante Grau y la pérdida del Huáscar, la guerra del mar parece haber  terminado y nuestra momento iniciado al fin. Hace dos días hemos llegado a Pozo Almonte, aquí no hay más que arena ardiente y un viento que se impone ante nuestros ojos y nos deja por momentos ciegos. Las pocas construcciones que existen no dan abasto para todos.

Desde que partimos de Iquique no he tenido en mi estómago otra cosa más  que hambre. La misma que parece jugar un perverso juego con el gélido frio de la noche, para ver quién nos vence primero. Sin embargo, mi mente, que aún se encuentra algo más fuerte que mi cuerpo, no hace más que pensar en el enemigo y eso me mantiene en pie. Pero ruego a mi cuerpo tenga la fuerza que mi mente mantiene.  Dos onzas de papas, tres de arroz y un pedazo de charqui han sido hoy la ración de hoy, otras veces tan solo un poco de cebada es nuestro alimento. He aceptado con mucho gusto la comida de hoy, pero mi barriga no la ha sabido agradecer.

Se han unido a nosotros algunos sobrevivientes de Pisagua, con ellos ha llegado la noticia de la derrota de los nuestros, que se encontraban al mando del coronel Isaac Recavarren.  Según escuche contar, todo empezó al amanecer, cuando desde el puerto divisaron entre 18 y 20 humos chilenos. Se dice que nos superaban innumerablemente en hombres y armas, pero que a pesar de ello la lucha se prolongó por más de 7 horas y culminando con el incendio de aquel puerto. En aquel lugar combatieron los hombres del  “Victoria e independencia”,  eran como 900 pero aquí solo llegaron poco más de cien hombres.

Algunos, los menos, me preguntan que tanto escribo en esta libreta. La mayoría solo me observa, quizás porque muchos no saben leer ni escribir o porque hace mucho que se nos acabaron las ganas de conversar y es hablar nos quita el aliento que hoy necesitamos más que nunca.

El frio llegó anoche sin compasión y la luna solo nos dejó ver, apenas,  la punta de nuestras narices. Unas pequeñas fogatas procuraron aliviar el dolor de los huesos congelados y aliviar un poco el estómago vacío.

Al parecer pronto deberemos esquivar a la muerte lo más posible, buscando encuentre primero al enemigo. Solo espero que si ha de llegar aquel día, sea el fusil o el corvo del enemigo quien me sustraiga de esta guerra y no el hambre y sed que trae el desierto. No sé si mañana lograre continuar escribiendo, ya solo me queda un cabo de mi lápiz y conseguir otro será realmente difícil.  



Comentarios

Entradas populares de este blog

AL MAESTRO CON CARIÑO: PROFESOR NATALIO MAMANI

IGNACIA ZEBALLOS TABORGA. MADRE DEL SOLDADO BOLIVIANO

FELICIANO VIZCARRA CUAYLA. MUERTE EN EL ARUNTA: HISTORIA DE UN FUSILAMIENTO EN TACNA